26 de mayo de 2020

3° Grado : Biblioteca. Prácticas del Lenguaje

El Patito Feo 
de Hans Christian Andersen
Parte 3
  • Leemos:

...Hacia el anochecer llegó a una pequeña y pobre casita, tan miserable que parecía quedarse en pie sólo por no saber de qué lado había de caerse. El viento silbaba con tal fiereza junto al patito que éste se vio obligado a sentarse para resistir el empuje. Entonces vio que la puerta tenía un gozne roto y  que por la rendija se podía entrar en la casa. El pato se metió dentro. En la casita vivía una anciana con un gato y una, gallina. El gato, que se llamaba “Nene” sabía arquear el lomo, ronronear y lanzar chispas eléctricas cuando se le frotaba la piel a contrapelo. La gallina era de patas cortas, y por eso le decían “Tachuela”. Ponía huevos de excelente calidad, y la anciana la quería tanto como si hubiera sido su propia hija. Por la mañana, los dos animales no tardaron en descubrir la presencia del extraño pato. El gato empezó a ronronear y la gallina lo acompañó con su cloqueo.

 -¿Qué diablos pasa? -dijo la mujer, mirando a su alrededor, pero su vista no era muy buena y lo que pensó fue que el patito era un pato gordo extraviado.

-¡Qué maravilla! -exclamó-. Ahora tendremos huevos de pata... si es que no se trata de un pato. Habrá que esperar a ver lo qué resulta. De modo que tomó al patito a prueba por tres semanas, al final de las cuales no había podido encontrar ningún huevo. El gato y la gallina eran algo así como dueños de aquella casa. Siempre decían: "Nosotros y el mundo”

 -¿Sabes poner huevos? -preguntó una vez "Nene".

-No.

-En ese caso ten la bondad de callarte la boca. -Luego de una pausa insistió-. ¿Sabes arquear el lomo, ronronear o sacar chispas eléctricas?

 -No.

-Pues entonces guárdate tus opiniones cuando la gente sensata está hablando.

 El patito se sentó en un rincón, de muy malhumor, empezó a pensar en el aire libre y el sol, y lo invadió una irreprimible nostalgia de flotar en el agua. Por último cedió a la tentación de hablar del tema a la gallina.

-¿Qué bicho te ha picado? -inquirió “Tachuela”-. Es el ocio, al no tener nada que hacer, lo que te mete en la cabeza esos disparates. Pon media docena de huevos, o aprende a ronronear, y verás cómo se te pasa el antojo.

 -¡Pero es tan delicioso flotar en el agua! ¡Tan lindo sentirla correr por la cabeza cuando uno se zambulle hasta el fondo!

 -¡Vaya diversiones! -rezongó la gallina-. Me parece que te has vuelto loco. Pregunta, si no, al gato qué opina; es el animal más inteligente que conozco. Pregúntale si le gusta flotar en el agua o zambullirse. Por mi parte no te digo nada. Pregúntale también a nuestra patrona, la vieja. No hay nadie en el mundo más lista que ella. ¿Y crees que tiene algún deseo de meterse en el agua?

 -Ustedes no me comprenden -dijo el patito.

 -Bueno, si no te comprendemos nosotros, ¿quién va a comprenderte? No creo que te consideres más inteligente que el gato o la vieja, por no decir que yo. No te comportes como un tonto, hijo, y agradece a tu buena suerte el bien que te hemos hecho. ¿Acaso no has vivido en este cuarto  caliente, y en compañía de seres de los cuales podías haber aprendido algo? Pero eres un idiota, y nada se gana asociándose contigo. Créeme; hablo muy enserio. Te estoy diciendo verdades de a puño, y ese es el mejor medio de saber quienes son los buenos amigos. Limítate a poner huevos, o aprende a ronronear, o a sacar chispas.

 -Lo que me parece es que me voy a marchar otra vez por el mundo -respondió el patito.

 -Pues hazlo; será lo mejor -fue la terminante respuesta de la gallina.

 Y el patito se fue. Anduvo flotando en el agua y zambulléndose todo cuanto le dio la gana, pero siempre mirado con desdén y de soslayo por toda criatura viviente, debido a su fealdad. Así hasta que llegó el otoño, y las hojas del bosque se pusieron pardas y amarillas. El viento se las llevó, y las hizo danzar en remolinos. El cielo se puso frío, cubierto de nubes cargadas de nieve y granizo. Un cuervo fue a posarse sobre una cerca y graznó, del frío que tenía. Sólo pensarlo hacía temblar. El pobre patito estaba ciertamente en un gran apuro. Una tarde, cuando el sol estaba poniéndose en todo su invernal esplendor, una bandada de hermosas aves blancas apareció surgiendo de entre los matorrales. Nunca había visto el patito nada tan hermoso. Eran de una deslumbrante blancura, con largos y sinuosos cuellos. Se trataba de cisnes, que lanzando su grito peculiar extendían las alas y volaban alejándose de las regiones frías hacia tierras más cálidas. Ascendieron muy alto, muy alto, y el pobre patito feo se quedó extrañamente intranquilo. Dio vueltas y vueltas en el agua, como una rueda, levantando la cabeza hacia la dirección por donde se alejaban aquellas aves. Luego lanzó él mismo un grito tan penetrante y extraño que lo asustó. ¡Oh, no podía olvidar aquellas hermosas aves, felices aves! En cuanto estuvieron fuera de su vista, el patito se zambulló hasta el fondo y cuando salió de nuevo a la superficie estaba completamente fuera de sí. No sabía qué clase de
pájaros eran aquéllos, ni hacia dónde volaban, pero se sentía más atraído hacia ellos que lo que nunca lo había sido por ser alguno. Y no era que los envidiara en lo más mínimo, ¿cómo podía ocurrírsele envidiar aquella maravilla de belleza? Se habría sentido agradecido con que los patos lo hubiesen tolerado entre ellos, tanta era la certeza de su fealdad.

El frío invernal era tan intenso que el patito se veía obligado a nadar en círculo en el agua sólo para librarse de quedar helado, pero noche tras noche el agujero del hielo por el cual se zambullía se iba haciendo más y más pequeño, hasta que se heló con tanta fuerza que la superficie se resquebrajó y el patito se vio obligado a mover las patas sin cesar para que el agua no se congelara a su alrededor, aprisionándolo. Por último, ya tan cansado que no podía moverse más, cedió y se quedó rápidamente aterrido en el hielo. Aquella mañana a primera hora acertó a pasar por allí un campesino, que al ver al patito se acercó, abrió un boquete en la superficie del hielo con su zapato herrado y se llevó a su pequeño rescatado. La esposa del campesino se hizo cargo de él, y no tardó en revivirlo con sus cuidados. En la casa, los niños quisieron servirse de él para sus juegos, pero el patito, recelando de que lo maltrataran, huyó espantado y fue a caer en la cazuela de la leche haciendo salpicar el líquido por todo el cuarto. La mujer soltó un chillido y extendió los brazos; el patito dio un segundo salto y esta vez fue a parar dentro de la cuba de la manteca. Salió enseguida, pero es de imaginarse cuál sería su aspecto. La dueña de casa
volvió a chillar y trató de golpearlo con las tenazas. Los chicos cayeron unos sobre otros en sus intentos por capturarlo, dando todos verdaderos alaridos de risa. Por suerte la puerta estaba abierta, y el patito huyó por entre los matorrales y la nieve recién caída. Y allí quedó, completamente exhausto. Sería tarea muy triste el detallar todas las privaciones y miserias que tuvo que soportar durante el largo y duro invierno.  

1.Ahora vamos a releer y trabajar con la parte del cuento en que el pobre patito llegó a la casa de la anciana, Nene el gato y Tachuela la gallina.

En la casa tanto Nene como Tachuela y la anciana tenían ya una función, y sabían hacer determinadas cosas.
  • ¿Qué cosas hacía Nene?

  • ¿Y qué cosas hacía Tachuela?

  • ¿Qué quería la anciana que hiciera el patito?
  • ¿Podía el patito cumplir alguna de esas funciones que hacían los personajes de la casa y que tanto le insitían que imitara? ¿Por qué? 

2.A través de su narración Hans Christian Andersen no solo nos permite ver las escenas como descubrimos en la primera parte del cuento, sino también las llena de sonoridad.

Aquí te presento una lista con personajes y otra con sonidos. Tu tarea es armar los pares.


Gallina - Gato - Viento -  Cuervo – Mujer

ronronea – silva – grazna – gritó – cloquea


  •   Una frase, que a la luz del cuento nos permite, reflexionar, pensar, conversar juntos y en casa.
“En la diferencia está la igualdad,

 todos somos únicos e irrepetibles”.

 
El patito también ¿No les parece? 
 (no se responde en forma escrita)


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